Todo debe ser contado al menos una vez, aunque como había dictaminado un escritor con su autoridad literaria, deba ser contado según los tiempos, Javier Marías.

domingo, 13 de enero de 2013

Entrevista con el maestro: Octav Calleya

Forma parte de la historia de la música en Málaga desde que en el año 73 dejara Rumanía para contribuir a la conciencia crítica y cultural de la ciudad. Fue director de la Orquesta Sinfónica Provincial durante diez años hasta que en 1991 se le confiara la batuta de la actual Orquesta Filarmónica de Málaga. En la actualidad, recién jubilado de su cátedra en el Conservatorio Superior Manuel Carra, deja huérfanos a muchos jóvenes directores. Un guía y padre musical para muchos que ha centrado la mayor parte de su actividad pedagógica en la práctica de cursos con orquesta y la puesta en marcha de concursos internacionales de dirección. Ahora, a la espera de publicar su primer libro en el que intentará plasmar su experiencia durante los 40 años de vida musical en la ciudad, Calleya regresa a la tarima para celebrar en Málaga su 70 aniversario en un concierto homenaje organizado por la OFM.



Si algo le define es su carisma. A sus 70 años recién cumplidos, Calleya asegura encontrarse más preparado y ocupado que nunca. Presume de no haber puesto nunca nada por encima de la música, una vocación que arrastra desde los 15 años cuando tomó la decisión de dedicarse por completo a la dirección de orquesta, dirigiendo por primera vez obras como la Sinfonía inacaba de Schubert o el Concierto para piano nº 3 de Beethoven. 

­1. En primer lugar, felicidades.
- Es imposible no ir por donde la edad cronológica te obliga. Da la paradoja de que en la búsqueda intelectual permanente del ser humano cuantos más años pasan más sabes. Cuando me viene algún alumno me pregunto qué le habría enseñado yo hace diez años si lo que sé de verdad es ahora. También ahora dirijo más que nunca. En Rumanía, donde debuté y crecí 18 años, me han preparado un concierto homenaje por todo lo alto. La pura verdad es que me he jubilado y estoy más ocupado que antes. 

2. ¿Cómo fue su reencuentro con la Filarmónica?
- Depende. Una cosa lo tienen que decir los músicos, otra cosa lo puedo decir yo y otra cosa en general el público. Me dieron la gran sorpresa de tocar Happy birthday al final del concierto. Y aunque los dirijo de vez en cuando siempre depende del programa, del sitio y de lo que se hace. Pero esta vez había planteado un programa muy especial que tenía un contenido rapsódico en la primera parte y en la segunda una sinfonía muy significativa para mí que era La heroica de Beethoven. Y yo me había planteado en la interpretación un tipo de cosas que no son declarables, que vienen de su autor, son sus mensajes humanos e inmensos y con los que yo desde joven me identifico tanto. En la dirección hay cuestiones que solamente se pueden comprobar cuando se viven, son cosas muy únicas y en el tiempo pasajeras. Los artistas, los que retomamos las obras para recrearlas, tenemos que ser 100% egoístas porque todo lo que cogemos lo hacemos nuestro y nos identificamos de ellos. 

3. ¿Cómo ha sabido siempre qué ofrecerle a los malagueños?
- No es muy difícil, lo que ocurre es que tienes que preocuparte por eso. Tienes que mirar alrededor, ver con quién trabajas, el nivel de lo que el público ha percibido hasta ahora y lo que le das después. Se trata de combinar la novedad con lo que este necesita. Hasta que yo vine aquella orquesta nunca tuvo una temporada normal y completa con lo que tampoco era demasiado difícil ver qué conciertos habían hecho antes, que eran cinco o seis y casi siempre repetían. El 70% de todo lo que he hecho en 10 años, aunque en otros sitios eran obras del repertorio más normal y corriente, aquí eran auténticos estrenos. Recuerdo la Segunda sinfonía de Brahms, no se había tocado aquí por muchas razones y, después de tres ensayos, el mayor músico de la orquesta se acercó muy amablemente y me pidió consejo acerca de si merecía la pena que comprase o no el disco de esa obra. Me quedé helado. No la había oído nunca y era músico de orquesta. Ese era el ambiente en general.

4. ¿Cree entonces que la afición por la música se hace?
- Se hace, claro. Y lo hacemos nosotros, los que somos las locomotoras, los intérpretes. Nosotros damos y formamos al público, lo provocamos y le instigamos el gusto por las obras, por la música, la inquietud, y eso se hace evidentemente.

5. Sin embargo, la situación actual de la OFM nos lleva a una pérdida de abonados del 40% desde 2008.
- Cabría preguntarse qué director llevaba las riendas de la orquesta para hacer las programaciones, qué daba al público y qué da el actual. Yo sé muy bien lo que hace el actual y lo hace muy bien, combinar cosas conocidas y nuevas. También influye la publicidad, y eso no ha existido nunca como debería. La orquesta es un lujo para la ciudad, lo he dicho desde su fundación. Pero es un desperdicio inmenso que una orquesta así de buena toque solo dos conciertos al mes para el público, y han pasado 24 años. Aquí se vive del turismo y no puede ser que entres en un hotel de la costa y no veas un cartel y folletos de lo que hay en el Cervantes. Hay público potencial en la costa. En la época de la otra orquesta había un autobús que ellos mismos, los residentes, alquilaban desde San Pedro de Alcántara hasta el Cervantes.  

6. Además, a diferencia de otras orquestas la OFM sigue careciendo de un espacio propio, ¿la construcción de un Auditorio podría ser clave?
- Por supuesto. Irían con seguridad muchos más. Vivo en Málaga desde los 33 y aún recuerdo cuando se construyó el polideportivo de Ciudad Jardín y un estadio de atletismo que ahí está muerto de risa. Tardaron un mes. Y para la música, cuando se programó el auditorio hace 22 años ahí quedó. No hay derecho a que la que sufra sea siempre la cultura. Le pondré otro ejemplo: Yelmo ofrece óperas en directo de la Metropolitan de Nueva York. Usted no sabe lo que es ir ahí y ver la sala llena, encontrarte con gente intelectual, melómanos que vienen adrede; pues todos esos irían al auditorio para acontecimientos de música, como también podrían caber ahí retransmisiones en directo. Público siempre hay y habrá, pero hay que darle todo para que vengan. 

7. ¿La plantilla de la orquesta siempre ha estado sujeta a cambios?
- Desgraciadamente. Cuando se fundó la orquesta tenía más de cien plazas para cubrir. Quiere decir que había el presupuesto previsto para una orquesta importante. Y mire hoy cuántos hay. Cuando por fin hicimos el concierto de aniversario que estaba previsto ensayamos aquel programa primero con 35 músicos, luego con 45, luego con 50; era una pérdida de tiempo. Cuando llegué el lunes en la semana de la presentación entré en el escenario y me lo encontré absolutamente lleno, es decir, de las plazas que estaban previstas. Se habían traído solo para aquel acontecimiento a 20 personas extra de Inglaterra. Otra vez da capo. Mucho riesgo. Pero el lunes siguiente, que empezamos de nuevo la preparación para otro concierto, aquellos 20 no estaban, los habían mandado a casa. Lo que quiero decir es que si había al principio presupuestado 110 personas luego ha habido menos. Y así han quedado. Y ahora he oído en un último momento que para el próximo 2013 está previsto disminuir la orquesta. Yo siempre recuerdo a la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles, que tiene contratados 110 músicos fijos y 120 personas de administración. 

8. Por otro lado, usted ha tenido una gran formación. Ha sido discípulo de Celibidache, Swarovski y Ferrara, podría haber dirigido grandes escenarios y, sin embargo, decidió empezar de cero en la ciudad de Málaga. ¿Por qué?
- Empezar de cero es siempre. Cada concierto es empezar de cero. Cabe recordar que el creador de todo esto fue Pedro Aparicio, un melómano que teniendo las riendas de la ciudad dijo que aquí hacía falta una orquesta profesional de primera calidad y que haría todo lo posible por hacerlo. Nacieron dos orquestas gemelas: Sevilla y Málaga, pero luego aquellos se adelantaron en todo. El día 6 tuvieron el primer concierto, nosotros tuvimos que esperar hasta el 14 de febrero. Desde entonces se hacen conciertos cada dos semanas, y no todas. Y aquellos los hacen cada semana, han hecho un teatro nuevo, hacen ópera como en cualquier gran centro del mundo y me acuerdo de algunos malagueños que por cualquier otra cosa decían que somos siempre la cola, y tienen mucha razón. Ahí la diferencia ha sido inmensa.


9. Después de recibir esta gran formación usted se ha convertido también en un referente. Como profesor de dirección de orquesta me gustaría conocer su opinión sobre aquellos jóvenes directores que estudian dirección… sin orquesta.
- Desde el principio se les tiene que decir a los que quieren ser directores de orquesta que tienen que saber que instrumento no van a tener nunca; y luego que, por consecuencia, lo más importante que tienen que hacer individualmente es buscarse instrumento de la forma que sea, parte evidentemente le corresponde a los profesores y entidades de conservatorio. Por eso toda mi actividad pedagógica ha sido siempre de manera primada a la práctica a los cursos con orquesta, si no hay en el conservatorio pues fuera de él. Y hemos hecho esto durante 20 años de manera permanente. Dentro de tres semanas comenzaremos otro curso de dirección de orquesta en Brasov donde vendrán alumnos míos de aquí y otros también de España. Tienen que saber que la profesión es así. Otra cosa es que luego se les preste más atención o no a los jóvenes directores. Eso ya depende de muchas cosas, en general de la actividad cultural de las entidades, ciudades, etc. Y finalmente tengo que decir que en Málaga he tenido la gran suerte  de encontrar la mayor sensibilidad musical en un administrativo y un director como ha sido el de la Fundación de Málaga, Pedro Martín-Almendro, quien ha venido por sensibilidad e interés musical a ver cómo eran nuestros cursos, los conciertos y, precisamente ahora por concluir mi etapa pedagógica, hemos grabado tres DVD de jóvenes directores. El último ha salido precisamente hace un mes. Son 10 directores en el último, 8 directores en el segundo y solo 2 directoras en el primero, que fue dedicado a música y compositores malagueños. He hecho todo lo posible por mi parte y también con el esfuerzo de ellos en estos cursos que no tenían más que una sola meta: poner un instrumento a la disposición de los directores. Así que los directores lo saben, lo tienen que saber, y tienen que luchar para ello. 

10. Como empujón a esos jóvenes que no tienen demasiadas oportunidades en el mundo de la dirección usted ha convocado también el Concurso Internacional de Dirección de Orquesta.
- Los concursos internacionales son una puerta de salida. He hecho dos hasta ahora y el tercero ya está programado para el próximo año. Es una ocasión única de cuando un joven se tiene que concentrar 100% para hacerlo lo mejor posible. Es la única oportunidad de cada uno de superarse y hacerlo perfecto. Yo he animado siempre a todos a que participen. Evidentemente es mucho trabajo y un gran esfuerzo, y entre comillas un riesgo. Pero yo les digo exactamente los valores que pueden obtener de ahí. Y qué más me hubiera gustado a mí, y se lo he dicho al alcalde, hacer en Málaga lo que hago en otros sitios. Estoy un poco tocado porque hago tantas cosas con los alumnos fuera de aquí (cursos, conciertos y concursos) y no los puedo hacer en Málaga. La cátedra de un conservatorio desde el punto de vista práctico no da mucho de sí, lo hemos organizado lo mejor posible, lo que hay es lo máximo que puede dar, pero aún así es muy poco, por eso le hace falta muchas más cosas. 

11. Usted ha dirigido obras de Stravinski, Mahler, Strauss, y un largo etc. ¿Se ha dejado algún repertorio en casa que desearía haber tocado?
- Siempre hay. También es verdad que he repetido muy pocas obras. El ser humano es así, prefiere repetir lo que sabe y lo que le llena antes que una novedad que no sabe como es. Pero siempre queda algo porque te deseas cosas que a veces no puedes realizar. Además, el director es el único músico que no tiene instrumento, con lo que depende siempre de otro, de la orquesta. Y, a su vez, la orquesta es una entidad que depende de una administración, un teatro, y son muchos los condicionamientos que te dicen qué hacer o no. Aunque he dirigido mucha ópera no he podido dirigir alguna en especial que hubiera querido, como Los maestros cantores de Núremberg de Wagner. De los demás he dirigido muchas, sobre todo del campo italiano, de Verdi, de Puccini. Recuerdo que en la etapa anterior de la Orquesta Sinfónica de Málaga, en la que estuve diez años, cuando el Cervantes aún estaba cerrado por ruinas, no había lírica. Entonces programé dos años seguidos tres óperas en concierto como La Traviata o Carmen .