Todo debe ser contado al menos una vez, aunque como había dictaminado un escritor con su autoridad literaria, deba ser contado según los tiempos, Javier Marías.

martes, 2 de agosto de 2011

Málaga: un paseo para recordar

La agenda cultural malacitana sigue en pie, a pie de calle diría yo. Para muchos, incompleta; para algunos, suficiente; para otros, simplemente desconocida. Y es que en épocas de verano la costa se tiñe de diversos colores: a rayas, de lunares, con algo de publicidad, colores vivos, apagados… en definitiva, de las miles de sombrillas y trajes de baño que sus habitantes y turistas portan en estas fechas en nuestras costas. La razón es casi siempre la misma: refrescarse y darse un baño en esas horas en las que la temperatura es inaceptable. La cuestión es que, mientras nuestras calles se quedan desnudas de viandantes, los museos se congelan por unos pasillos cuasi vacios y un aire acondicionado que contrasta gravemente con la temperatura ambiente. Pero el arte sigue intacto. Conviven exposiciones temporales con aquellas que permanecerán durante tiempo indefinido, aquellas que nos aburren tanto y que tanta gente habrá admirado una y otra vez. Siempre los mismos cuadros, protestan algunos. Aunque el arte tiene ese encanto, ese que a muchos nos llama y nos gusta tanto, y es que cada vez se aprecia de una manera diferente. Puede ser el día, la hora, la ropa que combinemos, el helado de chocolate que llevamos en la mano, la compañía, el guía, nuestro humor, el sueño, la fatiga, una mera explicación que nos abra los ojos, un documental… Pero los puntos de vista no se acaban aunque la exposición permanezca intacta durante mucho tiempo.

Málaga nos ofrece la oportunidad de acudir gratis un domingo al mes a sus museos, o a bajo precio para los estudiantes, todo con tal de que disfrutemos de sus creaciones. No dudaría en afirmar en que sea en estos días cuando más llenos se encuentren. Días en los que se mezclan en un mismo espacio grandes y pequeños, entendidos del arte, amateurs y completos ignorantes, y aquellos que desean o no disfrutar de él. Se trata de admirar, contemplar, entender el por qué, valorar, aprender y tolerar, aunque salgamos creyendo saber menos.

La oferta es una vez al mes, no nos vayamos a aburrir de sus exposiciones, pero siempre nos quedarán aquellas que rotarán y cambiarán para que podamos seguir admirando nuevas obras y creciendo con ellas. El Museo Picasso en Málaga es uno de estos; el Thyssen no se queda atrás; y el Centro de Arte Contemporáneo siempre mantendrá sus puertas abiertas de manera gratuita para todo aquél que quiera disfrutar de su aire acondicionado, quiero decir, de sus exposiciones. Nuestra paleta de colores se amplía si contamos con el Museo de Revello de Toro, el Museo Casa de Muñecas, Museo de la Música, Museo de Arte Sacro y variopintas salas de exposiciones. Para todos los gustos y sabores, y donde la experiencia va sumando puntos. Pero el recorrido queda incompleto si no saboreamos nuestra ciudad, y hablo para los que vivimos en ella. Apreciar lo que tenemos es una de las condiciones para sentirnos cómodos con nuestro entorno. Mirar con buenos ojos nuestra arquitectura nos ayuda a hacer un poco más bella a la ciudad, desde dentro, desde fuera, desde cerca y desde lejos. Y digo desde lejos porque la Alcazaba me sigue pareciendo enorme desde la bahía, desde donde ahora puedo disfrutar de un paseo en barco. Y desde donde la torre de nuestra Manquita no se me escapa a la vista, aunque algún edificio me estorbe. Puede que al bajarme de aquél mi recorrido a pie se tope con algunas obras que espero agradecer en años venideros, aunque algunos quieran chafarme el sueño de seguir retrasando dichas obras. Pero si en lugar de caminar bajo el sol buscamos la sombra de nuestras calles seguro disfrutamos aún más de la caminata, del paisaje, de la gente y su Ciudad.