"Toda persona tiene derecho a la educación". Así lo expuso en el artículo 26 de la Declaración Universal de Derechos Humanos la Asamblea General de las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948, sin ninguna distinción política y territorial. Y es que el acceso a una educación básica universal es uno de los Objetivos del Desarrollo del Milenio de Naciones Unidas, programa que en el año 2000 fue respaldado por más de 180 países. El compromiso principal radicaba en combatir la pobreza a través de ocho objetivos específicos para 2015 como: erradicar la extrema pobreza y el hambre; lograr la enseñanza primaria universal; promover la igualdad entre los géneros y la autonomía de la mujer; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna; combatir el VIH/SIDA, la malaria y otras enfermedades; asegurar la sostenibilidad del medio ambiente y construir una asociación mundial para el desarrollo. Pero muchos de estos principios no son más que consecuencias de la educación; y es que gracias a ella se podrían prevenir otros problemas si inculcáramos en sus habitantes las posibles precauciones ante dichas enfermedades o el respeto por los derechos del contrario, equilibrando así los derechos del hombre y la mujer. Además, la educación aumenta las posibilidades de acceder a un empleo digno. Así pues, estos serán los dos focos principales de actuación: el acceso universal a la educación primaria, y la continuidad del sistema educativo en base a la formación y empleabilidad de jóvenes y mujeres.
A pesar de que cada vez son más los niños que acceden a una educación digna, los avances aún son lentos y, sobre todo, desiguales de una localización a otra. El problema radica cuando entre sus habitantes no existe conciencia sobre la importancia de la educación para el futuro desarrollo de sus hijos y de su comunidad, además de no tener conocimiento de sus derechos por lo que no reciben aliento ni asistencia para hacerlos valer. Así ocurre en Bangladesh, que además de tratarse del séptimo país más poblado del mundo y con más densidad de población después de Pakistán, posee una elevada tasa de pobreza seguida de un alto índice de analfabetismo. Según datos provenientes de CIA World Factbook, sólo un total de 47.9% mayores de 15 años sabe leer y escribir, un 54% de los hombres frente a un 41.1% de las mujeres.
Los niños y niñas de Bangladesh de entre 6 y 11 años de edad procedentes de zonas urbanas que tienen ocasión de asistir a la escuela primaria, lo harán por un promedio de 5 años. La educación primaria es gratuita y obligatoria. En cambio la educación secundaria, que se extiende por otros 5 años, generalmente no lo es, aunque el gobierno de Bangladesh paga por la educación secundaria de niñas que habitan en la zona rural para animarlas a continuar sus estudios. A posteriori, muy pocos continúan estudiando otros dos años para conseguir el certificado de educación más alta y acceder seguidamente a la Universidad. Por otro lado, en Bangladesh existe un fenómeno de migración procedente de las áreas rurales a las urbano-marginales, conocidas como "slums" (barrios marginales), lugares en los que las posibilidades de acceder a la educación son nulas. No existen pues, ni centros educativos ni recursos suficientes por parte de esas familias para poder costear unos estudios. Así nos encontramos con una de las zonas marginales de Bangladesh, su capital, Dacca, donde habitan millones de niños sin escolarizar y sin nigún tipo de atención sanitaria.
El Gobierno de Bangladesh, por su parte, reconoce la importancia del acceso a la educación primaria universal, pero los recursos dedicados a la formación por parte del Gobierno y las ayudas internaciones no son suficientes. La Unión Europea es el mayor donante, con casi un 60% de la ayuda total. Desde el año 2000 la UE ha doblado su ayuda: en 2009, los países integrantes de la UE donaban el 0.42% de su renta nacional, y uno de sus objetivos es ascender al 0.7% en 2015. La Unión Europea secunda los esfuerzos por aumentar el número de matrículas en centros escolares de niños entre las poblaciones más pobres a través de la abolición de los gastos de escolaridad, el impulso a la contratación y formación de profesores, la construcción de escuelas en zonas carentes de servicions y el fomento de la igualdad de géneros en la escuela. Y es que la educación tiene por objeto "el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales" (Art. 26, DUDH).
El Gobierno de Bangladesh, por su parte, reconoce la importancia del acceso a la educación primaria universal, pero los recursos dedicados a la formación por parte del Gobierno y las ayudas internaciones no son suficientes. La Unión Europea es el mayor donante, con casi un 60% de la ayuda total. Desde el año 2000 la UE ha doblado su ayuda: en 2009, los países integrantes de la UE donaban el 0.42% de su renta nacional, y uno de sus objetivos es ascender al 0.7% en 2015. La Unión Europea secunda los esfuerzos por aumentar el número de matrículas en centros escolares de niños entre las poblaciones más pobres a través de la abolición de los gastos de escolaridad, el impulso a la contratación y formación de profesores, la construcción de escuelas en zonas carentes de servicions y el fomento de la igualdad de géneros en la escuela. Y es que la educación tiene por objeto "el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales" (Art. 26, DUDH).
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