Todo debe ser contado al menos una vez, aunque como había dictaminado un escritor con su autoridad literaria, deba ser contado según los tiempos, Javier Marías.

lunes, 14 de noviembre de 2011

Romanticismo impreso y bits electrónicos

Con cada cambio llegan nuevos hábitos, y los hábitos de lectura hace tiempo que cambiaron debido a la aparición de las nuevas tecnologías y a nuevas aplicaciones de Internet. Y pese a la gran resistencia que el ser humano ofrece a algunos cambios, finalmente acaba adaptándose; ello se debe a la gran capacidad de adaptación que muestra nuestro cerebro. Aunque existirán generaciones futuras que no necesiten tal conformación porque mantendrán el hábito desde siempre, como sucederá con la generación de los llamados nativos digitales. El único problema que verdaderamente parece mostrar la tecnología es que tiende a quedarse rápidamente obsoleta. Es entonces cuando nos preguntamos sobre la posibilidad de que la nueva tecnología desplace del mercado a los libros de papel que hoy conocemos.

Los nuevos dispositivos digitales como el e-book o la tableta electrónica forman parte de la revolución digital que ha cambiado parte de nuestra rutina. Ya sucedió, por ejemplo, en el ámbito de la música donde hasta hace cuatro décadas almacenábamos y reproducíamos música por medio de discos de vinilo que luego evolucionaron a los casetes y los discos compactos hasta culminar con la llegada del iPod, un disco duro que permite el almacenamiento de ingentes cantidades de canciones y vídeos. Todo lo anterior ha quedado totalmente obsoleto e incluso en manos de coleccionistas. En el campo de la literatura lo mismo está comenzando a ocurrir con los libros, salvo que aún se desconocen los límites. Además, resultaría inverosímil pensar que en una etapa culmen de la revolución digital y en un mundo en que paulatinamente todas sus actividades experimentan una creciente digitalización, el libro se quedase fuera. Sí parece cada día más claro que el libro electrónico o e-book no es una moda pasajera. Y aunque el lector de libros electrónicos es considerado aún una excepción, sobre todo en países como España, las cifras de venta de estos dispositivos aumentan cada día más. Tal ha sido el consumo que Amazon afirma que ahora vende más libros en formato digital que en papel. Incluso un estudio llamado Publishing in the digital era, dirigido por la consultora Bain and Company por encargo del Foro de Avignon, garantiza que entre un 15% y un 20% de los usuarios de los países desarrollados tendrán una tableta o e-reader en el año 2015, mientras que las cifras actuales rondan en torno a un 2%. Además, la compra de libros digitales se duplicará en los próximos cinco años[1].

De esta manera, pareciera que el libro electrónico ha llegado para quedarse porque sus ventajas superan a sus problemas. Se espera de estos nuevos formatos que adquieran una capacidad de memoria suficiente para almacenar bibliotecas, e incluso es posible que esta tecnología permita que ninguna obra vuelva a quedar agotada, destina al olvido, o que multitud de libros puedan ser digitalizados y almacenados. Sin embargo, el libro analógico seguirá gozando de buena salud mientras siga existiendo un porcentaje de población reacia a los nuevos dispositivos y afirmen que la lectura en pantallas favorece la distracción en detrimento de una lectura que potencie la atención y el pensamiento crítico. El mayor hándicap que ofrecen es la propia estructura del hipertexto que dificulta la lectura. Éste requiere de más carga cognitiva y una multitarea mental continua a la que no estamos acostumbrados, cosa que además, nos produce placer al interrumpirnos con nuevos eventos y noticias. Es un tipo de comunicación es adictiva para nuestro cerebro. Por ello estos nuevos dispositivos intentan alejarse del modelo tradicional de hipertexto que no hace sino alimentar esa adicción interrumpiéndonos, para parecerse cada vez más al modelo de libro impreso pero con las ventajas que conllevaría su digitalización. Un cambio que actualmente solo atañe a cuestiones técnicas de mejora de las pantallas para que éstas sean cada vez más cómodas y menos dañinas para la vista. Pero al fin y al cabo esto no es más que un mero reflejo de la realidad pues, ¿quién se lee el periódico de principio a fin? Hojeamos, leemos titulares y vamos pasando las páginas conforme a nuestro interés por determinadas noticias. La lectura accidental de noticias predomina entre los usuarios de tabletas a la vez que se le dedica más tiempo a la lectura de textos en profundidad especializados según el interés individual. Por otro lado, el coste social y económico de la impresión en papel llegará a ser insostenible en los próximos años e impensable tal y como se vislumbran las cosas hoy día. Eso no quiere decir que la impresión quede caduca, sino que su ejercicio quedaría reducido a formas puntuales.

También cambiará y se incrementará el público hacia el que estos productos parecen estar actualmente dirigidos. Los usuarios de tabletas digitales son en su mayoría hombres de entre 20 y 35 años de edad, según coinciden diversas publicaciones, que se consideran buenos lectores y que valoran la flexibilidad de leer en distintos lugares.

Por otro lado, las editoriales también deberían ser beneficiarias del surgimiento de estos nuevos formatos. La aplicación de estos nuevos dispositivos y nuevas formas de venta por parte de las editoriales es otra de las razones que nos muestra que se trata de una revolución en el mundo de la edición de libros. En España, la entrada del sector se está produciendo con moderación, y dos son los principales factores que parecen determinar esa ralentización: por un lado la inmediata necesidad de readaptar el actual marco legal a los nuevos requerimientos del entorno digital y, por otro, la ausencia de un modelo de negocio definido. Y es que, a pesar de los nuevos modelos de negociación ya en vigor, la mayoría de los lectores demanda contenido informativo gratis. Sucede que en ocasiones el precio del libro electrónico supera al de la edición en papel. Así la piratería se convierte en el principal problema que afecta muy negativamente a las ventas.



Finalmente, no cabe duda de que tanto el libro analógico como el digital convivirán juntos por un tiempo indefinido. Un futuro donde papel y bites coexistirán para dar al lector infinitas posibilidades de leer ya que aún no es posible disponer de todos los títulos en archivo digital. Y pese a que muchos titulares de dispositivos electrónicos dicen pertenecer a la era digital, al mismo tiempo confiesan que no abandonarían los textos en papel y que leen en ambos formatos. Parece ser que aun la gran mayoría sigue resistiéndose a los cambios y prefiere la lectura en papel, pero diversos estudios demuestran que en realidad no hay ninguna diferencia en términos de rendimiento en cuanto a la lectura. Lo que parece claro es que los hábitos de consumidores de noticias han cambiado, ya que están siendo los propios medios de comunicación de prensa escrita los primeros en adaptarse a la costumbre de leer cada vez más en pantallas, en cualquier lugar y gracias a cualquier soporte. La edición de prensa online ha llegado a crecer hasta un 40% en el último año y, paulatinamente, lo vamos haciendo con manuales o libros a los que sólo podemos acceder a través de la red y gracias a la digitalización. Tres de cada diez lectores confiesa invertir más tiempo en leer noticias que antes de hacerse con una tableta. Un 42% lee artículos en profundidad en vez de limitarse a ojear titulares e, incluso, confiesan acercarse a otras noticias a las que ni siquiera se habían planteado leer en un principio[2]. Sin duda, debemos recordar que esta tendencia se va a incrementar conforme crezcan las generaciones nativas digitales, sobre todo porque todos leemos con pantallas (el 78% de los lectores utiliza Internet frente al 65.6% de la población total)[3] por alguna razón u otra, ya sea desde un ámbito meramente profesional hasta por placer u ocio.


Lo que está claro es que el cambio dejaría mella en nuestras estanterías dando paso a una decoración un tanto austera y fría, sustituyendo el romanticismo impreso por bits electrónicos; dejando atrás montañas de libros y dedicatorias. Por suerte la mía aún conserva la piel de papel y el olor a libro recién sacado del horno.


[1] EL PAÍS en http://www.elpaís.com/: “Revolución lectora”. Fecha de publicación: 06/02/2011. En línea: http://www.elpais.com.uy/suplemento/ds/Revolucion-lectora/sds_545295_110206.html
[2] Fundación GSR en http://www.lecturalab.org//: “Las tabletas modifican los hábitos de los lectores en prensa”. Disponible en: http://www.lecturalab.org/story/Las-tabletas-modifican-los-hbitos-de-los-lectores-de-prensa-_2646
[3] Federación de gremios de editores en España en http://www.federacioneditores.org//: “Informe de hábitos de lectura y compra de libros en 2009”. Publicado en: febrero 2009. Disponible en: http://www.federacioneditores.org/0_Resources/Documentos/NP_Lectura_feb2009.pdf

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